1971 - The Yes Album
A principios de 1970, con la disquera presionando por las
bajas ventas de los álbumes anteriores, el guitarrista Peter Banks es
sustituido por un joven guitarrista de la pequeña banda Tomorrow que
perfeccionaba un estilo peculiar escuchando discos de Wes Montgomery y Jim
Hall. Despues de componer colectivamente varias canciones el grupo decide
temerariamente juntar varias composiciones para formar piezas más largas de
manera que el álbum queda simétricamente estructurado como cuatro piezas largas
en cada lado del LP separadas por un corto interludio.
Yours is no Disgrace, originalmente una composición de Jon Andeson y David Foster, fue arreglada por todos los miembros del grupo al grado que es acreditada a todos. La mejor imagen de la música la da la foto interior de la funda doble del vinilo: todos los miembros en círculos separados mientras la foto inmensa de Tony Key y su harmond los cubre. Las notas largas y sostenidas del órgano sirven de base para los demás instrumentos y le dan libertad a Chris Squire para tocar en contratiempo de la base rítmica de la batería y de la melodía principal. La letra de John Anderson muestra ya su estilo de componer, uniendo palabras sin relación aparente sin expresar claramente un tema concreto sino dando pequeñas imágenes. Se dice que el tema de la canción es la guerra de Vietnam solo porque eso dijo Jon Anderson en una entrevista pero no es una conclusión que pueda sacarse de leer la letra.
Si Clap servía como presentación del nuevo guitarrista, A venture sirve para exponer a Tony Key, tocando el piano como si estuviera tocando el órgano, sin digitar una sola vez.
Finalmente, Perpetual Change cierra el disco con buen ánimo. Las partes de Anderson y Squire aunque claramente identificables se complementan una a otra y son bien acompañadas por las partes de batería y guitarra para crear una obra circular perfecta y armoniosa que avanza hasta el fade-out del final.
La portada se hizo a las carreras entre un concierto y otro con la dificultad adicional de que el equipo de flashes dejó de funcionar (por ello el color verdoso) y el tiempo fue recortado debido a un grave accidente automovilístico que los obligó a hacer una parada en el hospital para que a Tony Key le enyesaran un pie. Improvisando con lo que tenía a mano el fotógrafo Jon Goodchild colgó la cabeza de maniquí sobre una silla y tomó un rollo en su casa y otro durante una prueba de sonido.
La famosa "vachiala" que toca Steve Howe resultó ser al final una guitarra portuguesa. El dato fue corregido en la edición del 2003 junto con el título de Clap (The Clap se usa en el slang londinense para denominar cierta enfermedad venérea, así que a Howe el cambio del título no le hizo ninguna gracia).
El grupo se embarcó en una extensa gira por Inglaterra y Europa primero y por USA/Canadá al final iniciando el 17 de Julio de 1970 (con una pequeña pausa para grabar el disco en Octubre) y terminando el 24 de Julio de 1971. Dieron en total 164 conciertos los cuales, por supuesto tuvieron algunos cambios, pero esencialmente tocaban todo este disco completo salvo "Starship Trooper" en los primeros conciertos antes de la grabación. En los últimos comenzaron a abrir cada concierto con una pieza de música clásica, usando "Así Habla Zaratustra" de Richard Strauss, que posteriormente cambiarían por la coda del "Pájaro de Fuego" de Stravinsky.
En este disco el sonido de Yes es único, a pesar de todas las influencias que trataban de incorporar y de no tener un plan muy detallado no hay otro grupo de la época que sonara igual a pesar de que la combinación de instrumentos era común. La mezcla de sonido no hace sobresalir a ningún instrumento en particular y guarda tan solo unos cuantos ecos de la época psicodélica por ejemplo con los efectos de hacer saltar la guitarra de un altavoz al otro. Es muy probable que cada músico tuviera en mente una idea distinta de lo que querían conseguir, pero hasta este momento sus ideas no chocaban con las de los demás, incluso las composiciones que son hechas uniendo canciones distintas parecen encajar a la perfección como por arte de magia y el resultado es muy fresco. Hasta la manera mesurada de tocar el órgano parece adecuada, sobre todo si pensamos que estas partes fueron sustituidas después por un exceso de arpegios de sintetizadores. Solo "A Vernture" da la impresión de ser una idea inacabada, pero las otras son tan armoniosas que apenas sufrieron cambios en etapas posteriores del grupo en que siempre formaron parte del repertorio. Las letras son lo suficientemente etéreas para encajar también, el hecho de que Anderson diga que se inspiró en la guerra de Vietnam, explosiones en la luna o noticias sobre inundaciones de Bangladesh son en mi opinión medio en broma, tal como las de Bill Bruford diciendo que se inspiraron en el tema de Bonanza (serie televisiva de vaqueros muy popular en ese tiempo, tanto que se puede ver a los personajes en la funda interior del primer disco de Hartfield and the North).
En "Yes Album" la cascada de ideas de todos los miembros del grupo aparece de una forma ordenada y acotada. Dado que pasaron todo ese año en gira cabe especular que las ideas de los siguientes álbumes estuvieran ya en la mente de los músicos desde entonces, pero fueron reservadas para después de dos cambios importantes en su formación: Tony Key, el eslabón más débil fue sustituido por Rick Wakeman y Roger Dean se uniría diseñando las portadas y los escenarios para sus presentaciones en directo. Ese es tema para el siguiente disco.
Tracklist : 01. Yours Is No Disgrace (9:42) 02. The Clap (3:18) 03. Starship Trooper (9:33) 04. I've Seen All Good People (6:58) 05. A Venture ( 3:19) 06. Perpetual Change (8:55) Yours is no Disgrace, originalmente una composición de Jon Andeson y David Foster, fue arreglada por todos los miembros del grupo al grado que es acreditada a todos. La mejor imagen de la música la da la foto interior de la funda doble del vinilo: todos los miembros en círculos separados mientras la foto inmensa de Tony Key y su harmond los cubre. Las notas largas y sostenidas del órgano sirven de base para los demás instrumentos y le dan libertad a Chris Squire para tocar en contratiempo de la base rítmica de la batería y de la melodía principal. La letra de John Anderson muestra ya su estilo de componer, uniendo palabras sin relación aparente sin expresar claramente un tema concreto sino dando pequeñas imágenes. Se dice que el tema de la canción es la guerra de Vietnam solo porque eso dijo Jon Anderson en una entrevista pero no es una conclusión que pueda sacarse de leer la letra.
Si Clap servía como presentación del nuevo guitarrista, A venture sirve para exponer a Tony Key, tocando el piano como si estuviera tocando el órgano, sin digitar una sola vez.
Finalmente, Perpetual Change cierra el disco con buen ánimo. Las partes de Anderson y Squire aunque claramente identificables se complementan una a otra y son bien acompañadas por las partes de batería y guitarra para crear una obra circular perfecta y armoniosa que avanza hasta el fade-out del final.
La portada se hizo a las carreras entre un concierto y otro con la dificultad adicional de que el equipo de flashes dejó de funcionar (por ello el color verdoso) y el tiempo fue recortado debido a un grave accidente automovilístico que los obligó a hacer una parada en el hospital para que a Tony Key le enyesaran un pie. Improvisando con lo que tenía a mano el fotógrafo Jon Goodchild colgó la cabeza de maniquí sobre una silla y tomó un rollo en su casa y otro durante una prueba de sonido.
La famosa "vachiala" que toca Steve Howe resultó ser al final una guitarra portuguesa. El dato fue corregido en la edición del 2003 junto con el título de Clap (The Clap se usa en el slang londinense para denominar cierta enfermedad venérea, así que a Howe el cambio del título no le hizo ninguna gracia).
El grupo se embarcó en una extensa gira por Inglaterra y Europa primero y por USA/Canadá al final iniciando el 17 de Julio de 1970 (con una pequeña pausa para grabar el disco en Octubre) y terminando el 24 de Julio de 1971. Dieron en total 164 conciertos los cuales, por supuesto tuvieron algunos cambios, pero esencialmente tocaban todo este disco completo salvo "Starship Trooper" en los primeros conciertos antes de la grabación. En los últimos comenzaron a abrir cada concierto con una pieza de música clásica, usando "Así Habla Zaratustra" de Richard Strauss, que posteriormente cambiarían por la coda del "Pájaro de Fuego" de Stravinsky.
En este disco el sonido de Yes es único, a pesar de todas las influencias que trataban de incorporar y de no tener un plan muy detallado no hay otro grupo de la época que sonara igual a pesar de que la combinación de instrumentos era común. La mezcla de sonido no hace sobresalir a ningún instrumento en particular y guarda tan solo unos cuantos ecos de la época psicodélica por ejemplo con los efectos de hacer saltar la guitarra de un altavoz al otro. Es muy probable que cada músico tuviera en mente una idea distinta de lo que querían conseguir, pero hasta este momento sus ideas no chocaban con las de los demás, incluso las composiciones que son hechas uniendo canciones distintas parecen encajar a la perfección como por arte de magia y el resultado es muy fresco. Hasta la manera mesurada de tocar el órgano parece adecuada, sobre todo si pensamos que estas partes fueron sustituidas después por un exceso de arpegios de sintetizadores. Solo "A Vernture" da la impresión de ser una idea inacabada, pero las otras son tan armoniosas que apenas sufrieron cambios en etapas posteriores del grupo en que siempre formaron parte del repertorio. Las letras son lo suficientemente etéreas para encajar también, el hecho de que Anderson diga que se inspiró en la guerra de Vietnam, explosiones en la luna o noticias sobre inundaciones de Bangladesh son en mi opinión medio en broma, tal como las de Bill Bruford diciendo que se inspiraron en el tema de Bonanza (serie televisiva de vaqueros muy popular en ese tiempo, tanto que se puede ver a los personajes en la funda interior del primer disco de Hartfield and the North).
En "Yes Album" la cascada de ideas de todos los miembros del grupo aparece de una forma ordenada y acotada. Dado que pasaron todo ese año en gira cabe especular que las ideas de los siguientes álbumes estuvieran ya en la mente de los músicos desde entonces, pero fueron reservadas para después de dos cambios importantes en su formación: Tony Key, el eslabón más débil fue sustituido por Rick Wakeman y Roger Dean se uniría diseñando las portadas y los escenarios para sus presentaciones en directo. Ese es tema para el siguiente disco.
Line-up / Musicians : - Jon Anderson / vocals - Chris Squire / bass and vocals - Tony Kaye / keyboards - Bill Bruford / drums - Steve Howe / guitars and vocals
OTRAS EDICIONES:
1971 - The Yes Album (vinilo)
1971 - The Yes Album (cd)
1971 - The Yes Album (RM 1994 Gastwirt
7567-82665-2)
1971 - The Yes Album (RM 2001 Atlantic HDCD AMCY
6282)
1971 - The Yes Album (RM 2003 Rhino R2 73788, Bonus
Tracks)
Tracklist :
01. Yours Is No Disgrace (9:41) 02. Clap (3:17) 03. Starship Trooper: a. Life Seeker b. Disillusion c. Wurm (9:29) 04. I've Seen All Good People a. Your move b. All Good People (6:55) 05. A Venture (3:20) 06. Perpetual Change (8:57) 07. Your Move (single version) (bonus track) (3:00) 08. Starship Trooper: Life Seeker (single version) (bonus track) (3:28) 09. Clap (studio version) (bonus track) (4:02)
01. Yours Is No Disgrace (9:41) 02. Clap (3:17) 03. Starship Trooper: a. Life Seeker b. Disillusion c. Wurm (9:29) 04. I've Seen All Good People a. Your move b. All Good People (6:55) 05. A Venture (3:20) 06. Perpetual Change (8:57) 07. Your Move (single version) (bonus track) (3:00) 08. Starship Trooper: Life Seeker (single version) (bonus track) (3:28) 09. Clap (studio version) (bonus track) (4:02)
1971 - The Yes Album (RM 2009 Warner Music Japan
SHM-CD WPCR 13514, Bonus Tracks)
Tracklist :
01. Yours Is No Disgrace (9:41) 02. Clap (3:17) 03. Starship Trooper - Life Seeker; Disillusion Würm (9:29) 04. I've Seen All Good People - Your Move; All Good People (6:57) 05. A Venture (3:19) 06. Perpetual Change (8:58) 07. Your Move (Single Version) (2:59) 08. Starship Trooper - Life Seeker (Single Version) (3:28) 09. Clap (Studio Version) (4:02
01. Yours Is No Disgrace (9:41) 02. Clap (3:17) 03. Starship Trooper - Life Seeker; Disillusion Würm (9:29) 04. I've Seen All Good People - Your Move; All Good People (6:57) 05. A Venture (3:19) 06. Perpetual Change (8:58) 07. Your Move (Single Version) (2:59) 08. Starship Trooper - Life Seeker (Single Version) (3:28) 09. Clap (Studio Version) (4:02
1971 - The Yes Album (RM 2010 MFSL 24kt Gold UDCD
779)
1971 - The Yes Album (RM 2014 Panegyric GYRBD40106,
Bonus Tracks)
Tracklist : 01. Yours Is No Disgrace (9:43) 02. Clap (3:17) 03. Starship Trooper (9:31) 04. I've Seen All Good People (7:00) 05. A Venture (3 : 33) 06. Perpetual Change (9:02) 07. Clap (Studio Version) (4:05) 08. A Venture (Extended) (4:46)
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Yes - 1971 - Fragile
¿Sabéis? Quizá sea la persona menos indicada para reseñar un
disco de Yes. Yes es un grupo que provoca una extraña reacción en mi: cuando un
grupo me apasiona, normalmente me abalanzo hacia sus discos, haciéndome con por
lo menos, la mayoría de sus discos más recomendados en un breve lapso de
tiempo, aún a sabiendas de que voy a verme terriblemente saturado por su música
al tratar de asimilar demasiado en poco tiempo. Si ya nos movemos en terrenos
de rock progresivo, donde la cantidad de escuchas es, en muchas ocasiones,
esencial a la hora de digerir una obra, la cosa se complica. Sin embargo, Yes
de alguna manera, consiguen escapar de esta norma: con Yes, me da la sensación
de que cada disco da para mucho mucho tiempo. Cuando los descubrí con “Close
to the edge” tardé casi un año en hacerme con otro disco suyo en hacerme
con este “Fragile”, y otro año más en hacerme con “The Yes album”.
Hasta la fecha de hoy son los tres únicos discos de Yes que tengo, y no es
porque los demás no me interesen. No es que no sienta curiosidad por la
desbocada acidez instrumental de “The sound chaser”, o que no quiera
comprobar si los cuentos de imaginación topográfica van a ser superiores a mis
fuerzas. Simplemente, me invade la extraña sensación de que, aún sabiéndome de
memoria y habiendo disfrutado infinitamente de los tres discos que poseo, aún
puedo sacarles más partido. Aún no me siento preparado para dar un paso más en
la discografía de Yes, aún sabiendo que si algún otro disco cayera en mis
manos, no debería tener mayores problemas para digerirlo.
Es por eso que he elegido “Fragile”, pues es la única obra de Yes que puedo analizar en función de lo que estaba haciendo el grupo poco antes, y lo que hizo inmediatamente después.
Yo siempre he dicho que “Close to the edge” es el mejor disco que he escuchado nunca, o al menos uno de los 3 mejores, pero la verdad es que ni siquiera tengo claro que sea mejor que “Fragile”. Quizá sea algo mejor “Close to the edge” al ser más consistente como disco, pero lo cierto es que “Fragile”, en otras circunstancias, podría haberse situado a la par de su sucesor sin problema alguno. Y es que nunca un título de disco fue tan acertado como aquí: si la virtud de “Close to the edge” es precisamente que ni uno sólo de los minutos del disco parece fuera de lugar, aquí encontramos una cantidad notable de relleno totalmente intencionado. El término “relleno” nunca fue tan evidente en la historia del rock. La cuestión es que el grupo tenía que pagar ciertos teclados del recién incorporado Rick Wakeman, y necesitaba lanzar el disco cuanto antes. Desgraciadamente el material que tenían escrito no duraba lo suficiente como para poder lanzar el LP, así que recurrieron a lo que les fue posible con tal de alcanzar cierto minutaje. En algunos de los temas podemos notar algunos pasajes que no hacen sino alargarlos artificialmente, como la introducción de “South side of the sky”, o el final de “Heart of the sunrise”, con reprise de “We have heaven”, pero lo más destacable en ese aspecto fueron los temas individuales. Cada miembro del grupo aportó un tema propio , a veces con mejores resultados, a veces con peores, lo que les sirvió para añadir un total de algo más de nueve minutos a la duración del disco.
Como ya dije, Rick Wakeman (ex-Strawbs) se incorporaba al grupo como teclista, consolidándose así la que a posteriori sería recordada como la formación clásica de Yes (a pesar de que su etapa dorada sólo duraría dos discos). Wakeman, salvo momentos puntuales y a mi gusto, no hace un papel extremadamente relevante, y está lejos de ofrecer lo mejor de si mismo como instrumentista, al menos si lo comparamos con otros trabajos, como el posterior “Close to the edge” o el “Hunky dory” de David Bowie. A cambio, participa en la composición de dos grandes canciones como “South side of the sky” y “Heart of the sunrise”, aunque por problemas de contrato, no figuró su nombre en los créditos.
Y bueno, tras la obligatoria contextualización, vamos a lo importante: la música. La música es, en su mayor parte soberbia. Contiene en su totalidad la esencia del estilo por el que se recordaría a Yes para la posteridad y al mismo tiempo, es una cosa de lo más amable, que incluso tiene su puntillo comercial. La música de este disco parece por momentos una colección de agradables baladas para amas de casa si la comparamos con la introducción de “Close to the edge” o con las partes más abrasivas de “The gates of delirium”. La diferencia con ese fantástico “The Yes album” es que el anterior por momentos sonaba más como un disco de rock con influencias progresivas y temas más largos de lo normal, mientras que este disco ya suena, por decirlo de alguna manera, a rock progresivo “hecho y derecho”. A mi modo de verlo, claro está.
Abrimos el disco de manera inmejorable: unos armónicos de guitarra que suenan hermosos, cálidos y acogedores durante unos segundos que de repente, con timidez, dibujan un riff automáticamente identificable que nos agarra por el cuello y nos lanza hacia la canción de golpe. El bajo de Squire se apodera de la canción, relegando la guitarra acústica de Howe a un segundo plano y de repente Anderson canta con una convicción que asusta. La melodía vocal es alegre, es energética, es un homenaje a la vitalidad, es una celebración de nuestras mayores alegrías y una exhortación a olvidar nuestras mayores penas. Pero eso no es todo. Entonces llega el estribillo, y la cosa se pone mejor aún, con la aparición de la guitarra eléctrica y una melodía aún más emocionante que la de las estrofas. …twenty-four before my love you’ll se I’ll be there with you…Ni siquiera termino de entender esa frase, pero si me la van a transmitir así, me la creo. Sobre el resto de la canción, ¿qué puedo decir?¿Debo destacar esa parte central de ritmo tribal, con ese excelente trabajo ritmo y el órgano de Wakeman clavándose como un cuchillo envenenado en el cerebro?¿Debo decir que a esto le sigue una repetición de la guitarra acústica inicial, sólo que esta vez acompañada por una inolvidable línea de teclado que suena cristalina como un manantial de agua pura?¿Debo siquiera soñar con intentar el placer que me transmite ese CRIMINAL solo de Wakeman, que consigue que me estremezca con tan sólo intentar recordar como sonaba?¿Cómo podría expresar la indescriptible atmósfera que detecto cuando se vuelve al tema principal de la canción, cuando estamos oyendo el último estribillo y sentimos que va a acabar de manera magistral? Y entonces, Howe repite aquel riff acústico con el que nos introdujo en el tema y la cosa acaba. Y no puedo aplaudir porque me he quedado paralizado. Esto fue “Roundabout”, uno de los singles del disco y uno de los clásicos absolutos de Yes por derecho propio.
“Cans and Brahms” tiene aquí un durísimo cometido, y es el de devolver al oyente a la realidad tras quinientos nueve de los segundos más placenteros de la historia del rock. Se trata de la canción individual de Rick Wakeman, apenas un minuto y medio de fragmentos del tercer movimiento de la cuarta sinfonía en mi menor de Johannes Brahms, interpretado con piano eléctrico. La cosa la verdad es que suena estúpida, y no hay duda de que Wakeman podría haber sacado algo mucho más interesante de la obra de un gran compositor como Brahms, pero bueno, la cosa era rellenar espacio, y no suena mal. Y parece sacado de alguna comedia muda de aquellas de cuando el concepto de cine distaba del que se tiene hoy día. Justo después viene la canción individual de Anderson, “We have heaven”, que es básicamente un minuto y medio de varias melodías superpuestas, todas ellas cantadas por varios doblados de la voz de Anderson. Entiendo que a los detractores de este disco esto puede darles un buen argumento: ¿por qué, tras la primera canción, debemos tragarnos dos viñetitas insustanciales para pasar a la segunda? Pero no me importa, pues este “We have heaven” me parece delicioso para los oídos. Como sugiere el título, es una cosa realmente celestial. Para los poco aficionados a la voz de Anderson, esta canción puede ser el infierno sonoro, pero para algunos de los que nos consideramos enamorados de su particular timbre vocal, es una pequeña joya totalmente irremplazable.
Bien, pues llegamos a la segunda canción “de verdad”, la claustrofóbica y agobiante “South side of the sky”. Una tétrica introducción de efectos sonoros queda interrumpida de repente por un complejo ritmo de batería, un oscuro bajo llenándolo todo y un Anderson que aquí ya no suena alegre y jovial, sino trágico y amenazante, como si quisiera advertirnos de algún peligro. Aquí Wakeman hacer posiblemente su mejor aportación al disco, con unas líneas de piano de lo más hermosas que por momentos llegan a ser escalofriantes (como esas partes en las que suena el piano sin otro acompañamiento instrumental). En los dos últimos minutos, tras una breve pausa que da protagonismo al piano, la canción retoma la melodía y ritmo del comienzo, pero con más potencia que nunca: la guitarra de Howe por momentos es una tormenta eléctrica, los juegos de estudio con la voz de Anderson provocan verdadera agonía y durante el fade out final todo suena cada vez más anárquico. Impresionante canción.
La aportación de Bruford, “Five per cent for nothing” es una especie de jam extraña que cuando parece ponerse algo interesante, va y termina, y se queda en treinta y cinco. Nada que comentar, la verdad. “Long distance runaround” es el tema más corto de entre las canciones “normales”, y también el más convencional. Lo cierto es que al principio no me convencía mucho, pues esa suerte de “riff” principal me parecía, cuanto menos, tonto, pero las partes en las que Anderson canta son nuevamente impecables, y la tensión que crea el acompañamiento instrumental es increíble. La canción está encadenada a la pieza particular de Squire, “The fish (shindleria praematurus)”, una instrumental en la que sobre un motivo melódico que se repite una y otra vez, Chris explora todo tipo de efectos con su bajo. Al final se une Anderson coreando el hombre científico de dicho pez, con un resultado muy extraño que le da al conjunto cierto aire de trascendencia. “Mood for a day” es la última de las canciones individuales, una especie de continuación a la “The clap” del disco anterior (aunque en estudio), a mi juicio bastante mejor. Simple y llanamente es Howe con una guitarra española tocando flamenco. Es posible que Howe como guitarrista flamenco no pueda compararse a gente como Paco De Lucía o Tomatito, pero de lo que no me cabe duda es que aquí encontramos algunas de las melodías más bellas de todo el disco. Emocionante, agradable y pegadiza, ¿qué más podemos pedir pues?
Y párrafo aparte para terminar con la última canción del disco, el atemporal y eterno clásico del grupo “Heart of the sunrise”, que en un durísimo mano a mano se disputa el puesto de mejor disco con “Roundabout”. Su introducción es posiblemente uno de los momentos más duros del rock progresivo clásico, un verdadero derroche de potencia y agresividad en el que Howe, Squire y Bruford se complementan perfectamente creando una mole sonora que arrasa todo lo que encuentra a su paso, alternándose con tensos pasajes de órgano, y otros más calmados y ambientales, con cierto regusto funk. Tras extenderse durante varios minutos, empieza la parte cantada, y parece como si Yes hubieran descargado toda su agresividad en la introducción, pues esta primera parte cantada es muy dulce y melódica. La canción va fluyendo de un lugar a otro, alternando repeticiones de estos fragmentos, junto con algunos otros, con un final orgásmico en el que Anderson repite la estrofa principal, pero de una manera más solemne, como si nos encontráramos en medio de una especie de celebración, y Jon Anderson fuera nuestro sacerdote. Las letras no parecen decir nada en concreto, o al menos nada trascendente, pero me es imposible no estremecerme con todas y cada una de las palabras que expulsa Anderson por su boca. Con aquel destructivo riff inicial se pone fin a la ceremonia infernal de “Heart of the sunrise", y uno permanece en su silla, dudando de si sería irrespetuoso levantarse, sacar el CD del equipo y poner otro. Entre tanto, nos pilla por sorpresa un reprise de “We have heaven", que nos dibuja una sonrisa en la cara y nos hace descender a la tierra, lentamente desde el corazón del amanecer.
Es por eso que he elegido “Fragile”, pues es la única obra de Yes que puedo analizar en función de lo que estaba haciendo el grupo poco antes, y lo que hizo inmediatamente después.
Yo siempre he dicho que “Close to the edge” es el mejor disco que he escuchado nunca, o al menos uno de los 3 mejores, pero la verdad es que ni siquiera tengo claro que sea mejor que “Fragile”. Quizá sea algo mejor “Close to the edge” al ser más consistente como disco, pero lo cierto es que “Fragile”, en otras circunstancias, podría haberse situado a la par de su sucesor sin problema alguno. Y es que nunca un título de disco fue tan acertado como aquí: si la virtud de “Close to the edge” es precisamente que ni uno sólo de los minutos del disco parece fuera de lugar, aquí encontramos una cantidad notable de relleno totalmente intencionado. El término “relleno” nunca fue tan evidente en la historia del rock. La cuestión es que el grupo tenía que pagar ciertos teclados del recién incorporado Rick Wakeman, y necesitaba lanzar el disco cuanto antes. Desgraciadamente el material que tenían escrito no duraba lo suficiente como para poder lanzar el LP, así que recurrieron a lo que les fue posible con tal de alcanzar cierto minutaje. En algunos de los temas podemos notar algunos pasajes que no hacen sino alargarlos artificialmente, como la introducción de “South side of the sky”, o el final de “Heart of the sunrise”, con reprise de “We have heaven”, pero lo más destacable en ese aspecto fueron los temas individuales. Cada miembro del grupo aportó un tema propio , a veces con mejores resultados, a veces con peores, lo que les sirvió para añadir un total de algo más de nueve minutos a la duración del disco.
Como ya dije, Rick Wakeman (ex-Strawbs) se incorporaba al grupo como teclista, consolidándose así la que a posteriori sería recordada como la formación clásica de Yes (a pesar de que su etapa dorada sólo duraría dos discos). Wakeman, salvo momentos puntuales y a mi gusto, no hace un papel extremadamente relevante, y está lejos de ofrecer lo mejor de si mismo como instrumentista, al menos si lo comparamos con otros trabajos, como el posterior “Close to the edge” o el “Hunky dory” de David Bowie. A cambio, participa en la composición de dos grandes canciones como “South side of the sky” y “Heart of the sunrise”, aunque por problemas de contrato, no figuró su nombre en los créditos.
Y bueno, tras la obligatoria contextualización, vamos a lo importante: la música. La música es, en su mayor parte soberbia. Contiene en su totalidad la esencia del estilo por el que se recordaría a Yes para la posteridad y al mismo tiempo, es una cosa de lo más amable, que incluso tiene su puntillo comercial. La música de este disco parece por momentos una colección de agradables baladas para amas de casa si la comparamos con la introducción de “Close to the edge” o con las partes más abrasivas de “The gates of delirium”. La diferencia con ese fantástico “The Yes album” es que el anterior por momentos sonaba más como un disco de rock con influencias progresivas y temas más largos de lo normal, mientras que este disco ya suena, por decirlo de alguna manera, a rock progresivo “hecho y derecho”. A mi modo de verlo, claro está.
Abrimos el disco de manera inmejorable: unos armónicos de guitarra que suenan hermosos, cálidos y acogedores durante unos segundos que de repente, con timidez, dibujan un riff automáticamente identificable que nos agarra por el cuello y nos lanza hacia la canción de golpe. El bajo de Squire se apodera de la canción, relegando la guitarra acústica de Howe a un segundo plano y de repente Anderson canta con una convicción que asusta. La melodía vocal es alegre, es energética, es un homenaje a la vitalidad, es una celebración de nuestras mayores alegrías y una exhortación a olvidar nuestras mayores penas. Pero eso no es todo. Entonces llega el estribillo, y la cosa se pone mejor aún, con la aparición de la guitarra eléctrica y una melodía aún más emocionante que la de las estrofas. …twenty-four before my love you’ll se I’ll be there with you…Ni siquiera termino de entender esa frase, pero si me la van a transmitir así, me la creo. Sobre el resto de la canción, ¿qué puedo decir?¿Debo destacar esa parte central de ritmo tribal, con ese excelente trabajo ritmo y el órgano de Wakeman clavándose como un cuchillo envenenado en el cerebro?¿Debo decir que a esto le sigue una repetición de la guitarra acústica inicial, sólo que esta vez acompañada por una inolvidable línea de teclado que suena cristalina como un manantial de agua pura?¿Debo siquiera soñar con intentar el placer que me transmite ese CRIMINAL solo de Wakeman, que consigue que me estremezca con tan sólo intentar recordar como sonaba?¿Cómo podría expresar la indescriptible atmósfera que detecto cuando se vuelve al tema principal de la canción, cuando estamos oyendo el último estribillo y sentimos que va a acabar de manera magistral? Y entonces, Howe repite aquel riff acústico con el que nos introdujo en el tema y la cosa acaba. Y no puedo aplaudir porque me he quedado paralizado. Esto fue “Roundabout”, uno de los singles del disco y uno de los clásicos absolutos de Yes por derecho propio.
“Cans and Brahms” tiene aquí un durísimo cometido, y es el de devolver al oyente a la realidad tras quinientos nueve de los segundos más placenteros de la historia del rock. Se trata de la canción individual de Rick Wakeman, apenas un minuto y medio de fragmentos del tercer movimiento de la cuarta sinfonía en mi menor de Johannes Brahms, interpretado con piano eléctrico. La cosa la verdad es que suena estúpida, y no hay duda de que Wakeman podría haber sacado algo mucho más interesante de la obra de un gran compositor como Brahms, pero bueno, la cosa era rellenar espacio, y no suena mal. Y parece sacado de alguna comedia muda de aquellas de cuando el concepto de cine distaba del que se tiene hoy día. Justo después viene la canción individual de Anderson, “We have heaven”, que es básicamente un minuto y medio de varias melodías superpuestas, todas ellas cantadas por varios doblados de la voz de Anderson. Entiendo que a los detractores de este disco esto puede darles un buen argumento: ¿por qué, tras la primera canción, debemos tragarnos dos viñetitas insustanciales para pasar a la segunda? Pero no me importa, pues este “We have heaven” me parece delicioso para los oídos. Como sugiere el título, es una cosa realmente celestial. Para los poco aficionados a la voz de Anderson, esta canción puede ser el infierno sonoro, pero para algunos de los que nos consideramos enamorados de su particular timbre vocal, es una pequeña joya totalmente irremplazable.
Bien, pues llegamos a la segunda canción “de verdad”, la claustrofóbica y agobiante “South side of the sky”. Una tétrica introducción de efectos sonoros queda interrumpida de repente por un complejo ritmo de batería, un oscuro bajo llenándolo todo y un Anderson que aquí ya no suena alegre y jovial, sino trágico y amenazante, como si quisiera advertirnos de algún peligro. Aquí Wakeman hacer posiblemente su mejor aportación al disco, con unas líneas de piano de lo más hermosas que por momentos llegan a ser escalofriantes (como esas partes en las que suena el piano sin otro acompañamiento instrumental). En los dos últimos minutos, tras una breve pausa que da protagonismo al piano, la canción retoma la melodía y ritmo del comienzo, pero con más potencia que nunca: la guitarra de Howe por momentos es una tormenta eléctrica, los juegos de estudio con la voz de Anderson provocan verdadera agonía y durante el fade out final todo suena cada vez más anárquico. Impresionante canción.
La aportación de Bruford, “Five per cent for nothing” es una especie de jam extraña que cuando parece ponerse algo interesante, va y termina, y se queda en treinta y cinco. Nada que comentar, la verdad. “Long distance runaround” es el tema más corto de entre las canciones “normales”, y también el más convencional. Lo cierto es que al principio no me convencía mucho, pues esa suerte de “riff” principal me parecía, cuanto menos, tonto, pero las partes en las que Anderson canta son nuevamente impecables, y la tensión que crea el acompañamiento instrumental es increíble. La canción está encadenada a la pieza particular de Squire, “The fish (shindleria praematurus)”, una instrumental en la que sobre un motivo melódico que se repite una y otra vez, Chris explora todo tipo de efectos con su bajo. Al final se une Anderson coreando el hombre científico de dicho pez, con un resultado muy extraño que le da al conjunto cierto aire de trascendencia. “Mood for a day” es la última de las canciones individuales, una especie de continuación a la “The clap” del disco anterior (aunque en estudio), a mi juicio bastante mejor. Simple y llanamente es Howe con una guitarra española tocando flamenco. Es posible que Howe como guitarrista flamenco no pueda compararse a gente como Paco De Lucía o Tomatito, pero de lo que no me cabe duda es que aquí encontramos algunas de las melodías más bellas de todo el disco. Emocionante, agradable y pegadiza, ¿qué más podemos pedir pues?
Y párrafo aparte para terminar con la última canción del disco, el atemporal y eterno clásico del grupo “Heart of the sunrise”, que en un durísimo mano a mano se disputa el puesto de mejor disco con “Roundabout”. Su introducción es posiblemente uno de los momentos más duros del rock progresivo clásico, un verdadero derroche de potencia y agresividad en el que Howe, Squire y Bruford se complementan perfectamente creando una mole sonora que arrasa todo lo que encuentra a su paso, alternándose con tensos pasajes de órgano, y otros más calmados y ambientales, con cierto regusto funk. Tras extenderse durante varios minutos, empieza la parte cantada, y parece como si Yes hubieran descargado toda su agresividad en la introducción, pues esta primera parte cantada es muy dulce y melódica. La canción va fluyendo de un lugar a otro, alternando repeticiones de estos fragmentos, junto con algunos otros, con un final orgásmico en el que Anderson repite la estrofa principal, pero de una manera más solemne, como si nos encontráramos en medio de una especie de celebración, y Jon Anderson fuera nuestro sacerdote. Las letras no parecen decir nada en concreto, o al menos nada trascendente, pero me es imposible no estremecerme con todas y cada una de las palabras que expulsa Anderson por su boca. Con aquel destructivo riff inicial se pone fin a la ceremonia infernal de “Heart of the sunrise", y uno permanece en su silla, dudando de si sería irrespetuoso levantarse, sacar el CD del equipo y poner otro. Entre tanto, nos pilla por sorpresa un reprise de “We have heaven", que nos dibuja una sonrisa en la cara y nos hace descender a la tierra, lentamente desde el corazón del amanecer.
Tracklist : 01. Roundabout (8:35) 02. Cans and Brahms (1:43) 03. We Have Heaven (1:39) 04. South Side of the Sky (7:57) 05. Five Per Cent for Nothing ( 0:38) 06. Long Distance Runaround (3:30) 07. The Fish (Shindleria Praematurus) (2:43) 08. Mood for a Day (3:02) 09. Heart of the Sunrise (11:24)
Line -up / Musicians : - Jon Anderson / percussion, vocals - Bill Bruford / percussion, drums - Steve Howe / guitar (acoustic), guitar, guitar (electric), vocals - Chris Squire / bass, guitar (bass), vocals - Rick Wakeman / organ, synthesizer, piano, keyboards, Moog synthesizer - Colin Goldring / recorder
OTRAS EDICIONES
1971 - Fragile (vinilo)
1971 - Fragile (cd)
1971 - Fragile (RM 1993 Atlantic 82524-2)
1971 - Fragile (RM 1994 Gastwirt 7567-82667-2)
1971 - Fragile (RM 2001 Atlantic HDCD AMCY 6291)
1971 - Fragile (2002 Rhino DVD-Audio 8122-78249-9,
Bonus Tracks)
Tracklist :
01. Roundabout (8:35) 02. Cans And Brahms (1:43) 03. We Have Heaven (1:30) 04. South Side Of The Sky (8:09) 05. Five Per Cent For Nothing ( 0:38) 06. Long Distance Runaround (3:31) 07. The Fish (Shindleria Praematurus) (2:42) 08. Mood For A Day (3:03) 09. Heart Of The Sunrise (11:30)
10. America (10:35)
1971 - Fragile (RM 2003 Rhino R2 73789, Bonus
Tracks)
Tracklist :
01. Roundabout (8:36) 02. Cans And Brahms (1:43) 03. We Have Heaven (1:40) 04. South Side Of The Sky (7:58) 05. Five Per Cent For Nothing ( 0:38) 06. Long Distance Runaround (3:30) 07. The Fish (Schindleria Praematurus) (2:42) 08. Mood For A Day (3:03) 09. Heart Of The Sunrise (11:33) 10 . America (Bonus Track) (10:33) 11. Roundabout (Early Rough Mix) (Bonus Track) (8:35)
1971 - Fragile (RM 2006 MFSL Ultradisc II Gold)
1971 - Fragile (RM 2009 Warner Music Japan SHM-CD
WPCR 13515, Bonus Tracks)
Tracklist :
01. Roundabout (8:36) 02. Cans And
Brahms (1:43) 03. We Have Heaven (1:40)
04. South Side Of The Sky (7:58) 05. Five Per Cent For Nothing ( 0:38) 06. Long Distance Runaround (3:30) 07. The Fish (Schindleria Praematurus) (2:42) 08. Mood For A Day (3:03) 09. Heart Of The Sunrise (11:33) 10 . America (10:34) 11. Roundabout (Early Rough Mix) (8:35)
1971 - Fragile (RM 2015 Panegyric GYRBD50009, Bonus
Tracks)
Tracklist :
01. Roundabout (8:33)
02. Cans & Brahms (1:40) 03. We Have Heaven (1:40) 04. South Side of the Sky (8:01) 05. Five Percent for Nothing (0 : 36) 06. Long Distance Runaround (3:32) 07. The Fish (2:38) 08. Mood for a Day (2:58) 09. Heart of the Sunrise (11:39) 10. Roundabout (rehearsal take , early mix) (8:09) 11. We Have Heaven (full version, Steven Wilson mix) (2:22) 12.South Side of the Sky (early version, Steven Wilson mix) (5:12)
13. All Fighters Past (Steven Wilson mix) (2:32)
14. Mood for Another Day (prev. Unreleased
take) (3:04) 15. We Have Heaven (acapella, Steven Wilson mix) (2:01)
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